Paz, conocimiento y construcción de futuro
Fecha: 
30/09/2016 - 7:04am
El Acuerdo Final por la terminación de un conflicto de grandes dimensiones, su exagerada duración y la apertura de importantes oportunidades y sus desarrollos inmediatos, se aproxima al concepto de “coyuntura crítica” elaborado por Acemoglu y Robinson en su modelo explicativo del fracaso -éxito- de los países (2012).  En este artículo también se reflexiona por el rol de la investigación e innovación en aquella y sobre su función en la visualización y logro de una visión compartida y a largo plazo de Colombia.

Se trata de una coyuntura crítica porque el Acuerdo significa la apertura de oportunidades para dinamizar la economía con la modernización del campo, que favorece el desarrollo productivo en todo el país reduciendo las históricas rentas de la tierra que captan  propietarios inefectivos por su costosa, irresponsable y egoísta molicie; constituye así mismo un aporte sustancial para el desarrollo social a partir del apoyo a la economía familiar campesina y asociada; abre la oportunidad de fortalecer la democracia con una participación política real y transparente; puede ser una contribución a debilitar a fondo el narcotráfico en Colombia con las medidas acordadas para la solución a los problemas de cultivos de uso ilícito y la impartición de un modelo de justicia transicional en estado del arte a nivel mundial, como un paradigma contemporáneo para la superación de conflictos con impacto en nuestro país y a nivel internacional.

Pero para que esta coyuntura crítica se convierta en un punto de inflexión en la historia de Colombia, se requiere, en primer lugar, aprovechar a su favor las instituciones políticas y económicas inclusivas, que las hay; debilitar los espacios institucionales de carácter extractivo y crear con la participación ciudadana, nuevos espacios institucionales inclusivos.  

Se trata entonces de una gran misión, de pensar en grande, porque la historia nos abre una ventana de oportunidad para ello, que como ya tenemos experiencia, emerge sólo entre varias décadas de distancia. Se trata de utilizar conocimiento relativamente disponible y de generar conocimiento de frontera para alcanzar grandes propósitos. La investigación, el desarrollo y la innovación contribuyen de manera sustancial a ello, por su potencia explicativa y previsiva, tal como lo plantea la Conferencia Mundial sobre “La Ciencia para el Siglo XXI: un nuevo compromiso” (1999), resaltando que la adopción de las ciencias naturales y sociales, y la tecnología, es crucial para el análisis de las causas fundamentales y de las consecuencias de los conflictos. Y la ciencia básica es la base de la consecución de las magnas visiones nacionales, con un enfoque hacia toda la cadena de valor desde la investigación básica hasta la sociedad y el mercado.

La modernización del campo requiere de transferencia de tecnología dura y blanda para incremento de la productividad tanto de la economía campesina como de la gran agroindustria e investigación en ciencias sociales para encontrar canales y espacios de convivencia pacífica de estos dos tipos de actividad empresarial. Un segmento del trabajo de la investigación e innovación será el de facilitar la apropiación tecnológica y la innovación incremental en sectores tradicionales dentro la frontera del conocimiento. El aporte de la investigación e innovación juega un papel fundamental en la solución al problema de los cultivos de uso ilícito, logrando en vía de ejemplo, especies vegetales y animales que contribuyan a la mayor rentabilidad de las actividades de la agricultura familiar, desincentivando el uso de aquellos.

En otros casos se requiere desplazar la frontera del conocimiento con el fin de lograr liderazgo regional o global en sectores nuevos y de innovación radical que parcialmente tengan impacto en los asuntos del Posacuerdo y para ello es necesario repensar el rol del Estado, sus capacidades y recursos (Mazzucato, 2015).

Las ciencias sociales contribuyen al entendimiento de las causas de la desconfianza, el individualismo en los campos o de los casos de solidaridad que se observan en algunas comunidades, con el fin de proponer acciones sólidas para la conformación y operación de formas asociativas en el proceso empresarial campesino que compita de manera real y franca con otras formas empresariales privadas, ya que se trata de ello, no de asistencialismo o clientelismo disfrazado.

El enfoque territorial de la construcción de Paz implica un esfuerzo investigativo riguroso aunque heurístico para comprobar la factibilidad estratégica de espacios territoriales, lo que requiere de enfoques conceptuales y metodológicos participativos, universidad-empresa-Estado-sociedad civil, que den cuenta de diagnósticos certeros y de la formulación de agendas o planes de desarrollo integral a largo plazo (De Roux, 2014).

A nivel local, el entendimiento científico de la institucionalidad y la dinámica social es una condición básica para una renovada participación política, la cual podría requerir del apoyo del conocimiento para propiciar la emergencia de la genuina participación de actores locales para dialogar y decidir sobre aquellas condiciones y asuntos que ellos valoran. Bienvenida la propuesta de crear un Centro de investigación y formación ciudadanas para cualificar y dignificar la participación política (Parra, 2016).

Se puede concebir el Periodo del Posacuerdo, o construcción de la Paz, como un gran proyecto orientado por misión, junto a otros similares en otros campos del desarrollo del país. La ciencia básica apunta a la creación de nuevos campos de bienestar, riqueza, equidad, transversales a varios campos del conocimiento y a programas de desarrollo, incluido el gran programa de la construcción de la Paz.    
 
Colombia no cuenta todavía con una visión compartida de País a largo plazo y en el campo de la ciencia y la innovación tampoco, aunado a la dispersión de esfuerzos, ello en medio de organizaciones, personas y redes con real capacidad para contribuir, desde el conocimiento, a concertar dicha visión nacional de largo plazo tan necesaria en esta coyuntura crítica. Como un ejemplo, hay que recordar que el ejercicio de prospectiva “Destino Colombia” (1998) previó, con una proyección de 20 años adelante, 4 escenarios de estilos de gobierno, tres de los cuales se han cumplido, y en uno de los cuales fue tan potente la previsión que anticipó la reforma constitucional para la reelección; hoy estamos ante la oportunidad de iniciar el cuarto escenario: “La unión hace la fuerza”.

Tiene sentido, en consecuencia, proponer un proceso de diálogo prospectivo, similar a Destino Colombia y adaptando la experiencia de la Misión de Sabios, para lograr un gran Pacto Nacional por el conocimiento para el desarrollo inclusivo, que fortalezca y restaure la confianza entre los actores y permita compartir y acordar la visión de largo plazo. Dicho diálogo se fundamenta en el principio de la razón práctica y en la asunción del principio de responsabilidad, tornando necesaria la orientación propositiva del desarrollo científico para fortalecer el proceso mismo de modernización, a partir de un esfuerzo sistemático de previsión en los campos económico, social, cultural y ambiental (Hoyos, 2005).

El resultado de dicho proceso será una política de Estado en CTeI sincronizada con los grandes propósitos nacionales, entre ellos la Paz. Frente a los retos de la construcción de Paz, el poder de la ciencia y la sensibilidad del arte, son imprescindibles medios para su logro.  La conciencia del potencial de las buenas ideas y de la efectividad de la inteligencia de enjambre (Gore, 2016), deben asegurarnos del éxito de la tarea. La decisión está en nuestras manos.     

Escrita por: Iván Montenegro Trujillo